Relatos

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Relatos escritos por personas o familiares afectados por la enfermedad de Parkinson

Carcelero

Después de tantos años juntos, te conozco bien, carcelero.

Después de tantos días y tantas noches midiendo nuestras fuerzas en un pulso interminable del que seré perdedora. Por mucho que te ignore, que me ria de ti, que viva con una aparente indiferencia a tu destrucción y con una admirable fortaleza para aceptar las torturas a las que me sometes; seré vencida.

Después de tanto tiempo, sigo incrédula ante cualquier síntoma nuevo que sumas a los que ya me habías impuesto; pienso: "eso no es para mi, se han equivocado de persona, soy muy joven aun", mas el carcelero nunca miente y sabía que un día u otro tendría que pasar.

La celda en la que me encerraste un día, que tu cruel garra me arrancó bruscamente de mi vida, sin avisar ni dar tiempo para entender lo que estaba pasando; era mas grande, me podía mover mejor dentro de ella, tenía más luz y más alegría.

Pasan los años. Tu compañía es desesperante, el hastío de tanto batallar hace que me derrumbe en mis muchos ratos de soledad.

Desde tu dominio, ves como se cumplen las pautas marcadas para cada preso.

Llegará el día en que mi celda desaparezca. Otro la ocupará grande, alegre y luminosa, como estaba cuando el Tribunal del Destino me condenó a cadena perpetúa.

Carcelero, has ganado, has hecho de mi cuerpo una cruel caricatura de lo que fue. Te crees poderoso, y lo eres, aunque yo también tengo mis armas, armas que desconoces y que nunca podrás utilizar.

No sabes lo que son los sentimientos, ni que la mente puede sacarme de tu celda y llevarme a otros sitios donde tu larga y fatal sombra nunca llegará, no sabes lo que puede conseguir el amor......., no sabes nada.

Nunca podrás saberlo, por eso no te tengo miedo, carcelero, tu también estas preso en tu cárcel de ignorancia y maldad.

Sales a la calle

Sales a la calle y ninguna rama de ningún árbol se mueve igual.

Ya nada es como hace cinco minutos, la mirada de las gentes cambió, les cubre un velo de cataratas de luna eclipsada, la puerta antigua de madera que tanto te gustaba cuando volvías a casa, esa que has visto desde pequeño, que en sus repujados veías caras, damas antiguas con sombreros, barcos, hombres con bigotes, parece que tiene otros dibujos, otro color, otro tacto, la tocas y un resto de grasa de cocina de bar de fritanga se te queda pegada.

El paseo no te dio la energía de antes, el café que tomaste nada mas salir, por reflexionar un poco, por tomar tiempo para algo que no sabes en realidad que es, no tenia el mismo sabor que el de ayer, ni el camero te miró igual, ni el autobús olía lo mismo, ni el aire fresco era ya fresco sino una especie de bochorno previo,( en un día de Agosto) a una tormenta, pero esa tormenta cayó y no aireo la atmósfera, siguió el calor pegajoso y sabes que no se irá mas de tu piel, que ninguna ducha fría aliviará jamás la suciedad que te cubre, que ninguna palabra amable enfriará el rencor de haber sido y no ser ya, que ninguna lágrima tendrá la salubridad suficiente para vaciar tu amargura, que ninguna risa de antes tenía sentido, que miras tus fotos de antes y ves a un pobre inocente que ignora todo, que te ves como un niño que estuviera echando al buzón su carta de Reyes y la madre lo mirara con tierna complacencia y alguien se acercara, en ese momento, para decirle que no, que los Reyes son la madre que le da la mano y de repente viera todo claro, la mentira, la realidad , el engaño y maldijera interiormente a su madre, pero siguiera fingiendo que no pasa nada que todo sigue igual, continuara poniendo los zapatos abrillantados y la complaciera siguiendo siendo el niño que ya no será jamás.

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Nadie, nada

No pierdo tiempo en remoloneos en la cama.

Me levanto, o trato de hacerlo,seria más correcto decir.

Como esas figuras borrosas que decían ser hombres en la luna, intento moverme, respirar, levantarme…Lo primero mirar el reloj, contar las horas de sueño, confundo la manecilla de la hora con la aguja del despertador…pero al final se que son las cinco, sólo he dormido tres horas.

Debería quedarme en la cama, intentar dormir, pero mi mente deseosa de energía, no conjuga con mi cuerpo, no sabe que le falta dopa, y quiere actividad, movimiento. Tampoco el dolor, la rigidez, piden quietud, piden algo que los alivie y creen e intentan posturas nuevas, contorsiones extravagantes que de nada sirven.

Con sorna me acuerdo de dar gracias al universo como me recomiendan los reikiistas. A pesar de todo, las doy.

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La lluvia


Los números fosforescentes del despertador marcan las 3'15 h. Este no poder dormir, el sentirte atrapado por las sábanas y enredada en la inmóvil soledad de la noche, de otra noche exactamente igual a otras noches desde hace años. Enciendo la lamparita de la mesilla de noche, escucho en el silencio el ruido familiar de la lluvia en los cristales.

Hay infinidad de gotas de agua que parecen diamantes con la luz que les regala mi lamparita. Corren en un desenfrenado desorden, en una alocada carrera cristal abajo, a ver quien llega la primera al final de la ventana.

Oigo el ruido sedante del agua cuando cae suavemente, percibo la húmeda frescura que entra por la rendija que dejo abierta en la ventana. Pero, por desgracia no huelo a tierra mojada, sino a asfalto y neumáticos.

Me vienen a la cabeza momentos de mi niñez; cuando llovía con fuerza mi abuela me decía: "niña vamos a rezar a Santa Bárbara. Santa Bárbara bendita que en el cielo estas escrita con papel y agua bendita, líbranos del chaparrón.......", y aquella cancioncilla: "que llueva que llueva, la Virgen de la Cueva......" Cuanto tiempo hace de eso, de mis amigas Mari Juli, Mari Canto, las hermanas Yuste (5 mujeres), de Covadonga. Cuando llovía íbamos al colegio con botas de agua Katiuska y un impermeable horrible de color azul tan rígido que no te podías mover.

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Ciencia....ficción

Pasaban unos minutos de las 8 de la mañana, cuando a Tina, que dormía  plácidamente, la despertaron unas voces. Abrió los ojos poco a poco. Se asustó al ver  que la jaula en la que estaba encerrada se encontraba rodeada por media docena de hombres vestidos con bata blanca y casi todos ellos con lentes de aumento.

Ella ya sabía por qué estaban observándola.

En las pocas semanas que llevaba encerrada, se había dado cuenta de lo que hacían con los habitantes de las  jaulas vecinas.      

Añoraba mucho la libertad que había perdido aquella soleada tarde.

Tina vivía en la biblioteca del Hospital de los Santos Apóstoles.

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¿Las personas nacen.... o se hacen?

Patricia se encontraba sola en el patio de su nuevo colegio. Tan sólo hacía 3 días que se había trasladado de ciudad.

De repente se le acercaron un grupito de compañeros de clase, para brindarle todo su apoyo supuestamente incondicional.

Como es habitual, entre estos niños, existía Guille que destacaba por su "don de mando", el cuál la cautivó con su palabrería.

Pasado un tiempo , descubrió que el tal niño, era un ser perverso y mal intencionado.

La mayoría de los niños que formaban el grupo se dejaban manipular por él (niños de carácter débiles y acomplejados).

Patricia reaccionó a tiempo y se apartó sin dudar de las posibles influencias maliciosas de Guille.

Y yo me preguntó: ¿¿¿.....Cómo será el Guille de hoy......???

Lluvia de abril

Aquella tarde lluviosa del mes de abril, Teresa se encontraba sentada en su sillón.Como cada dia a esta hora, debido a su enfermedad no podia andar y observaba la lluvia caer a través de los amplios ventanales de la salita, era una lluvia fina y suave que empapaba la tierra seca necesitada de agua.
Entonces penso : ¡¡¡ Ojalá yo fuera tierra y tuviera suficiente para curar todos mis males con esta lluvia !!!

Empezaron a pasar por su mente recuerdos de su infancia. Su ilusión por los Reyes Magos, el nacimiento de su hermano, la bicicleta tan deseada... Uno de sus primeros recuerdos era de principios de los años cincuenta, tendría cuatro o cinco años y ya estaba enferma. Recordaba que iba sola cada tarde a ponerse una inyección de penicilina. El practicante vivía dos portales mas arriba, como no lloraba ni se quejaba siempre la premiaba con un caramelo de naranja que eran sus preferidos.

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Todo depende

Marta se había quedado entredormida.
En la radio emitían un programa que no le gustaba.
Despertó cuando le pareció oír la palabra dependencia, puso mas atención, el tema además de interesarle lo conocía bien.

El locutor con su voz fuerte y clara, típica de informativos, iba leyendo los titulares, destacando los temas más interesantes de lo que había sucedido desde el último informativo.

Marta, miró a su marido que parecía ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor.
Estaba leyendo sentado en el butacón de piel negro, que sus hijos le habían regalado al cumplir los 50 años.
Cada día, desde hacía casi un año, Julián, miraba todas las mañanas la prensa esperando leer alguna oferta de trabajo que le permitiera aumentar sus ingresos mensuales.

Alzando la voz dijo... ¿has oído Julián?...

Mirando a su esposa por encima de los cristales de sus gafas, asintió con la cabeza.

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