Relatos
Ciencia....ficción
Pasaban unos minutos de las 8 de la mañana, cuando a Tina, que dormía plácidamente, la despertaron unas voces. Abrió los ojos poco a poco. Se asustó al ver que la jaula en la que estaba encerrada se encontraba rodeada por media docena de hombres vestidos con bata blanca y casi todos ellos con lentes de aumento.
Ella ya sabía por qué estaban observándola.
En las pocas semanas que llevaba encerrada, se había dado cuenta de lo que hacían con los habitantes de las jaulas vecinas.
Añoraba mucho la libertad que había perdido aquella soleada tarde.
Tina vivía en la biblioteca del Hospital de los Santos Apóstoles.
Había salido como todos los días a dar uno de sus acostumbrados paseos por los jardines aprovechando que era la hora de visitar a los enfermos y los caminos bordeados con flores de todos colores estaban prácticamente vacíos. Miraba distraídamente los árboles que daban sombra a los pabellones del hospital, de pronto, puso más atención… había descubierto un agujero en la pared … decidió entrar… su curiosidad la llevó tras seguir un largo túnel hasta el vertedero de basura. No olía bien. Ella estaba acostumbrada al olor de los libros, entre los que correteaba alegremente mordisqueando las puntas de papel que sobresalían de los antiguos y modernos tratados de medicina. Aquel olor a comida descompuesta era tan penetrante que molestaba mucho a Tina. Salió y vio que el túnel seguía.
Su olfato que nunca se equivocaba detectó comida fresca. Estaba en la cocina.
La comida se encontraba traspasando una puerta que estaba abierta. Antes de entrar, Tina investigó... primero metió una pata, luego la otra y al ver que no pasaba nada metió la cabeza y muy despacito se fue acercando a la comida. Cuando estaba a punto de cogerla oyó… “Crac”... Al mirar de donde salía aquel ruido vio que la puerta se había cerrado. Desesperada, intentó con todas sus fuerzas doblar aquellos barrotes pero no lo logró. Exhausta por el esfuerzo se dio cuenta que por mucho que luchara no saldría jamás de allí. Su desesperación llegó al límite al ver que se acercaban dos hombres obesos y sudorosos con grandes gorros, Cogieron la jaula y uno de ellos dijo: la llevaremos al laboratorio. El lunes me enteré que querían experimentar con ratas callejeras.
Así fue como Tina había llegado al laboratorio.
Se sentía indefensa en medio de tantas miradas, las luces reflejadas en los cristales de los anteojos de aquellos hombres, la deslumbraban y mientras ella intentaba no mirarlos una fría mano enguantada la cogió levantándola. Quiso resistirse, pero era más fuerte que ella.
Mirándolos con resignación, ya que no podía hacer nada se dijo: será mejor que deje que me pinchen como han hecho con todos los demás, si me resisto harán lo mismo y seguro que me va a doler más.
Tina se relajó y dejó hacer. Sintió una aguja que le traspasaba la piel y un líquido verdoso se fue extendiendo por todo su cuerpo.
Los hombres no dejaban de observarla, y le iban comunicando al de más edad los cambios que ocurrían en su cuerpo y él tomaba notas apuntándolo todo.
Ya empieza a temblar -dijo uno con alegría-. Mira, mira sus patas traseras, -dijo otro con la misma alegría- Se han quedado tan tensas que casi no las puede mover.
Veis como yo tenía razón cuando os decía que deberíamos probar con ratas callejeras -dijo un tercero- ¡Por fin está dando los resultados que esperábamos! ¡Este experimento va a ser un éxito!
De momento será mejor que no digamos nada a nadie, podrían retirarnos los permisos como hicieron con el anterior proyecto justo cuando estábamos a punto de dar con la solución, comentó un hombretón que parecía ser el jefe.
Tina, se sentía muy mal. No podía mover sus patas traseras, mientras que las delanteras no paraban de moverse. Intentó comer, pero no podía tragar los alimentos. Lo peor fue cuando se dio cuenta de que no controlaba las funciones más básicas del cuerpo.
Eran ya las 8 de la noche. Seguían observándola y tomando notas de cómo iba reaccionando. El que parecía ser el jefe dijo con voz cansada: ya podemos irnos, Tina parece tener sueño. Se está durmiendo. Señalando a dos de los hombres dijo: Vosotros os quedareis de guardia para poder controlar sus cambios.
Cuando se quedaron solos, uno de los hombres cogió la jaula de Tina y con mucho cuidado para no despertarla, la trasladó hasta un rincón que estaba ocupado por unos botes de cristal llenos de algo que parecía respirar.
Aquí todavía queda espacio para la jaula -le dijo a su compañero- y en aquella camilla que hay junto a las células madre, nos podremos turnar para dormir un poco, ya que me temo que no va a ser la única noche que nos quedaremos aquí, por lo visto tenemos para varios dias.
Pasaron unas semanas y Tina cada día estaba peor.
Aquel día no sería como los anteriores.
En el Laboratorio se armó un gran revuelo todos gritaban saltando de alegría. Se oyeron voces diciendo: … ¡traed a Tina! … ¡traed a Tina! … ella nos confirmará si hemos encontrado la solución de esta grave y cruel enfermedad incurable.
Tina ya no podía ni levantase, sus patas, no la sostenían. Respiraba muy mal, estaba tan débil que apenas podía abrir los ojos, tan decaída se encontraba que no se dio cuenta de que la volvían a sacar de su jaula. Sintió un pinchazo. Entreabrió sus ojos y vió como le inyectaban una sustancia líquida que ardía entre sus venas. Sus fuerzas la abandonaban. Se sentía morir y no comió nada antes de dormirse.
Al día siguiente Tina despertó con los primeros rayos de sol que entraban por la ventana y su sorpresa fue mayúscula al ver que había dejado de temblar.
Todos la miraban boquiabiertos tomando notas de todo lo que veían. Era increíble. A media tarde Tina ya había recuperado el control de todo su cuerpo y saltaba contenta por la jaula mirando sus patas.
El jefe llamo a dirección y dijo: por fin hemos conseguido acabar el proyecto… ¿Cómo?... dijo una voz al otro lado del hilo telefónico. Si afirmó el científico, nos ha costado mucho pero se ha logrado multiplicar las células madre, aislando la más débiles y enfermas. Le hemos inyectado la nueva fórmula a Tina y se ha curado en un tiempo récord. Ahora solo nos falta el permiso para probarlo con humanos. Seguro que sanaran.
Desde cuándo piensa y dice semejantes tonterías?
No sabe usted que esta enfermedad es crónica, incurable, invalidarte y progresiva.
Además, los responsables de la empresa Nocusa, nos encargaron que la investigación debía ir encaminada a encontrar un nuevo fármaco que paliara los síntomas de la enfermedad, en ningún momento se habló de hallar una fórmula para erradicarla.
Desobedeciendo mis órdenes y los deseos de Nocusa han malgastado el capital invertido por ellos, por ese motivo, desde este momento usted y todo su equipo quedan fuera del proyecto, pero antes deben destruir todo lo referente a este estudio.
El científico, intuyendo el peligro que corrían por ser poseedores de la formula que hacia tantos años intentaban descubrir, contestó a su superior diciéndole: No se preocupe que todos los apuntes referentes a este ensayo serán destruidos inmediatamente tal como usted ha ordenado. Cosa que ni por un momento se le pasó por su imaginación. Convocó a su equipo para reunirse urgentemente y todos de acuerdo mediante una videoconferencia después de exponer todo lo ocurrido consiguieron la protección de un país en el que podrían trabajar y así desarrollar la formula sin miedos ni coacciones.
Antes de que nadie pudiese darse cuenta ya estaban en pleno vuelo rumbo hacia un nuevo destino
Carme Ovejero
Enferma de Parkinson diagnosticada en 1977
Sant Quirze del Vallès 9 de Mayo de 2.011