La enfermedad de Parkinson se define por la aparición de depósitos de α-sinucleína en las neuronas de la sustancia negra cerebral. La consecuencia es la lesión del sistema dopaminérgico nigroestriado, que es esencial para el movimiento. Por ello, la enfermedad de Parkinson se manifiesta clínicamente por síntomas motores, como son el temblor, la rigidez y la lentitud del movimiento, cuya presencia es hoy imprescindible para poder diagnosticarla clínicamente.
Sin embargo, las lesiones afectan también a otras áreas del sistema nervioso que no están relacionadas con el movimiento. De ahí que la enfermedad de Parkinson tenga manifestaciones muchos más complejas que las simplemente motoras, que son fácilmente identificables, en especial el temblor. Por ejemplo, la enfermedad de Parkinson puede provocar diversos síntomas visuales, (1) mucho menos conocidos, cuya aparición puede desconcertar al propio enfermo y a sus familiares.
La agudeza visual (monocular o binocular, corregida y no corregida) de los pacientes con enfermedad de Parkinson puede ser peor que la de la población general. En no pocas ocasiones aparece visión doble (diplopía), un síntoma extraordinariamente molesto que no responde por lo general al tratamiento que se da para los síntomas motores de la enfermedad.
Otros enfermos tienen ilusiones, es decir, confunden objetos o personas con otras cosas diferentes (por ejemplo, piensan que el abrigo del perchero es un hombre). Un paso más y tienen la sensación de que algo pasa por su lado, sin poder identificar quien es o en que consiste. O bien, les da la impresión de que alguien está a su lado, sin que lo perciban con claridad y sin que, por supuesto, haya nadie.
Cuando el proceso avanza aparecen auténticas alucinaciones visuales, de manera que el enfermo ve cosas inexistentes. Puede tratarse de alucinaciones simples, como visión de luces, colores o de formas geométricas. Pero con frecuencia se ven personas, niños, animales o bichos.
Al principio, las alucinaciones son pasajeras, aunque repetitivas y el paciente guarda conciencia de que se trata de la visión de algo inexistente, de forma que apenas si le produce algún trastorno.
Sin embargo, con el paso del tiempo se hacen más persistentes y el enfermo puede no tener conciencia de su irrealidad. En consecuencia, si son terroríficas, como algunas veces sucede, pueden aterrorizar al enfermo, que se agita. En esta situación constituyen un grave problema tanto para el enfermo como para sus familiares.
Cuando estos síntomas aparecen es necesario determinar si hay una alteración cognitiva y cual es su grado. En el caso de que la alteración cognitiva alcance el grado de una demencia hay que añadir el tratamiento correspondiente a este nuevo problema, que puede mejorar estos síntomas.
Pero en cualquier caso, como la medicación dopaminérgica utilizada para mejorar las manifestaciones motoras puede provocar o empeorar las alucinaciones, siempre es necesario hacer las oportunas modificaciones para intentar eliminarlas de esta manera.
Si aún así no se consigue, se utilizan los antipsicóticos. Estos medicamentos pueden empeorar los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson , de forma que es necesario elegir aquellos especialmente indicados para estos problemas en esta enfermedad y darlos a la dosis menor posible susceptible de resolver la situación.
1.- Archibald NK, Clarke MP, Mosimann UP, Burn DJ. Visual symptoms in Parkinson´s disease and Parkinson´s disease dementia. Mov Disord. 2011;26: 2387-95